Alicia en el país de las matemáticas

En el tercer capítulo de “Alicia en el País de las Maravillas” la protagonista interrumpe a un ratón que cuenta una historia larga y carente de sentido, lo cual enoja al roedor, que defiende la coherencia del relato. “¡Ah, entonces será que te has hecho un nudo! Déjame ayudarte a deshacerlo” le señala Alicia al animal. En el universo de Lewis Carroll las complicaciones narrativas son muy similares a las complicaciones numéricas, dejando de lado la supuesta idea que afirma que literatura y matemática son cosas muy distintas.


La ficción de Charles Lutwidge Dodgson (verdadero nombre de Carroll) está plagada de guiños a la aritmética. Alusiones a la simetría, al álgebra, a las diferencias entre recta y circunferencia y a las implicancias del razonamiento deductivo son - entre otros -algunos de los mecanismos matemáticos que se encuentran en “Alicia en el País de las Maravillas”. Quizás esos elementos lógicos tengan mucho que ver en la vigencia de un relato que no para de multiplicarse y reversionarse dentro de la cultura popular. Walt Disney, The Beatles, Tim Burton, Jan Svankmajer, Charly García y Avril Lavigne son algunos de los artistas que han recogido el legado de aquella historia sobre una niña que se introducía en un alucinante mundo subterráneo al perseguir a un conejo blanco.  

El divulgador científico y ensayista Martin Gardner – que estudió intensivamente las implicaciones filosóficas, lingüísticas e históricas de la obra de Carroll – señala que el ninguneo inicial que sufrió aquella novela al aparecer hace 150 años se debió a que muchos la creyeron una obra destinada únicamente al lector infantil, cuando en realidad se trata de una historia mucho más compleja. Hoy nos resulta evidente su carácter surrealista e intertextual que despierta innumerables interpretaciones. Esto se debió a que el autor inglés era un hombre de múltiples facetas – escritor, lógico, fotógrafo, docente y párroco – que además canalizó su pasión por los problemas matemáticos en libros como “Problemas de almohada” y “Un cuento enmarañado”.  


En este último título el autor también se impone como un pionero de la interactividad. Publicado originalmente en partes dentro de la revista “The Monthly Packet” entre 1880 y 1885 consiste en una serie de relatos humorísticos que retomaban la idea de ‘nudo’ sin resolver, invitando a los lectores a participar por correo para resolver los problemas expuestos. Carroll incorporaba o discutía en cada entrega las sugerencias que llegaban en las cartas, algo absolutamente original en su época. El resultado final es fascinante.

Por otro lado “Problemas de almohada” va directo al grano y consiste en setenta y dos dilemas aritméticos que el autor literalmente resolvió en la cama, durante sus momentos de vigilia. Pero lo que le interesa a Carroll no es tanto la solución de los mismos, si no mostrar las idas y vueltas que da la mente buscando resolverlos. Y además aclara “Mi motivo para publicar estos problemas, con sus soluciones elaboradas mentalmente, no es ciertamente un deseo de mostrar el poder de cálculo mental. El mío, estoy seguro, no es nada del otro mundo”. El escritor de Oxford nunca perdió la modestia.