Se ha ido todo: el mundo que tenía
Me he quedado vacío, abandonado
Me he quedado mirando, de este lado
lo que fue de mí, lo que en mí había.
Qué extraño haber perdido la alegría
y ver estar ahí, a su costado,
lo que se fue de uno, intacto, alzado
en resplandor, bajo la luz del día.
Dios mío, qué crueldad, qué inútil ciencia
ésta de contemplar lo que uno ha sido
junto a uno mismo, alerta la conciencia.
De estar irremisiblemente herido
de una herida que es luz y en su demencia
alumbra el cuerpo, del que ya se ha ido.