Páginas eléctricas



“Siento las biromes sobre mi del periodista que se muere por tocar; basta de noticias y carteles, basta de la farsa del Rocanrol”. Esta frase incluida en “Paraguay” de Divididos dejaba en claro la visión que Mollo y los suyos tenían de la prensa hace veinte años. El lugar común que proclama que quienes escriben sobre música son músicos frustrados es una carta siempre al alcance de la mano cuando no hay conformidad con la prensa.

Haciendo historia recién en la década del 60´empezó a desarrollarse una crítica especializada para el género. No solo porque el rock empezó a ser aceptado, si no porque empezó a desarrollar una variedad de estilos y variantes que hicieron difícil hablar de él de manera general. Era necesario que surgiera una crítica especializada. Quienes escribían sobre jazz y “música ligera” en las revistas de la época no entendían a fondo todo el cambio cultural que traía detrás la nueva música. En 1967 Jann Wenner y algunos amigos editaron el primer número de “Rolling Stone”, ganando el liderazgo en un rubro en el que ya existían “Bilboard” y “New Musical Express”.

A medida que esta nueva prensa fue afirmándose no tardaron afirmarse sentimientos de camaradería entre cronistas y músicos. Y también surgieron los primeros periodistas estrellas, como Lester Bangs y Tom Wolf; más volcado a los estudios culturales de espíritu pop. Pero el más influyente y legendario de los periodistas de la cultura joven fue Hunter S. Thompson. Irónico observador y amigo de los excesos de todo tipo, sus andanzas fueron retratadas en “Pánico y locura en Las Vegas” de Terry Gilliam, en la que Jhonny Depp le dio vida secundado por un Benicio del Toro pasado de acido.

Argentina fue pionera en lo referente a periodismo de rock en español. Dos años después que “Rolling Stone” sale en nuestro país “Pelo”, con Paul McCartney en la tapa del primer número. Pionera en absoluta en el mundo hispano, la revista no solo cubrió el naciente movimiento con notas y entrevistas, si no que constituyó una parte activa del mismo. De hecho participó de la organización de las primeras ediciones de los festivales “B.A. Rock”.

En 1970 se edita “¡Agarrate!” de Claudio Kleiman, primer intento de retratar el presente del rock argentino. Hoy resulta extraño ver en este título que junto a nombres fundamentales como Almendra, Los Gatos y Manal conviven personajes como Tormenta y Donald. El movimiento aun era muy joven como para saber que pasaría en el futuro. Igualmente Kleiman junto a Pipo Lernoud, Alfredo Rosso y Miguel Grimberg conformarían una primera camada de periodistas locales que luego participarían de “El Expreso Imaginario” durante los años de la dictadura.

Ya en los 80’ periodistas como Gloria Guerrero, a través de sus artículos en la revista “Humor” luego recopilados en “La Historia del Palo”, retrataron con certeza lo que ocurría con el rock luego del retorno de la democracia. Para esta época aparecen la hoy extinta revista “Rock and pop” y “13/20” con un punto de vista más adolescente. Todo esto preparó el terreno para el arribo de “Rolling Stone” en español en 1998.

Pero más allá de las publicaciones periódicas, existen varios libros específicamente dedicados a la obra de músicos que se destacan por su originalidad. Es el caso de “No digas nada” de Sergio Marchi sobre Charly García y “Martropía” de Juan Carlos Diez sobre Luis Alberto Spinetta. Sexagenarios pero vigentes, estos artistas fundamentales terminan aliándose al periodismo y así contradicen a aquella frase inicial del tema de Divididos.