En su apasionante serie “Testimonios” Victoria Ocampo dedica muchas palabras de admiración a Cocó Chanel: “Esta mujer, cuya personalidad a marcado el derrotero a la moda del siglo XX, decía que los modistas varones no simpatizan con las mujeres y que propósito las ridiculizan con modelos estrafalarios”.Este hecho, además de evidenciar el punzante sentido de observación de la diseñadora francesa, derriba el mito que afirma que los intelectuales no se interesan por la moda por tratarse de algo frívolo. La escritora argentina es solo un ejemplo entre los escritores y pensadores que se han interesado por este fenómeno.
Jean
Baudrillard, Gilles Lipovetsky, Fredric Jameson, Umberto Eco, Pierre Bordieu,
Judith Buttler, Marshall McLuhan, Edward Sapir, Michel Foucault. y los
filósofos de la Escuela de Frankfurt son algunos de quienes destinaron textos a
este tema. A veces se centraron en su papel dentro de la problemática de
género, otras en su peso como bien cultural, en su relación con el cuerpo
humano o en su capacidad para definir identidades en la sociedad de consumo.
Pero ninguno de estos personajes subestima a la moda como una manifestación
superficial exclusiva de revistas como “Vogue” y “Elle”.
La
investigadora Alison Lurie sostiene que la indumentaria es la primera forma de
comunicar que tenemos: “Mucho antes
de que yo me acerque a usted por la calle lo suficiente para que podamos
hablar, usted ya me está comunicando su sexo, su edad, y la clase social a la
que pertenece por medio de lo que lleva puesto; y muy posiblemente me está
dando importante información sobre su profesión, su procedencia, su
personalidad, sus opiniones, gustos, deseos sexuales y estado de humor en ese
momento”. Acoplarse o no a una tendencia ‘fashion’ es una elección que define a
todo sujeto, aún si este se opone a lo masivo. El mercado se ocupa de asimilar
rápidamente todo movimiento estético contestatario, como ocurrió con el punk,
cuyas chocantes vestimentas y accesorios terminaron en las más prestigiosas
pasarelas al poco tiempo de surgir desde las periferias del undergroud.
El
término ‘moda’ proviene del latín ‘modus’ que significa manera, medida o tono.
Fueron los franceses quienes le dieron la definitiva connotación estética con
la que hoy lo asociamos, siendo la realeza de ese país – con María Antonieta a
la cabeza – la primera en contratar personas destinadas exclusivamente al
diseño de vestuarios, peinados y ornamentos para los miembros de la corte. Con
el transcurrir del siglo XIX, como consecuencia de la Revolución Industrial y
el afianzamiento del capitalismo, los sectores populares empezaron a pensar la
indumentaria no solo como algo utilitario, sino como una manifestación importante
a la hora de definirse socialmente. Una tendencia que se afianzó con la llegada
de la modernidad, palabra con la que moda comparte su origen etimológico.
“La
modernidad es un código y la moda es su emblema” afirma Jean Baudrillard,
asegurando que estos conceptos no simbolizan tanto el predominio de lo nuevo
sobre lo viejo, sino más bien un constante reciclaje de tendencias antiguas
disfrazadas de novedad. En definitiva, pura dialéctica. ¿Y qué ocurre durante la
presente posmodernidad? En su ensayo “La moda, después” Susana Saulquin hace
una lectura profética: “Una vez desarticulado el autoritario mandato de la
moda, se organizarán MODAS descentralizadas, impulsadas o bien por
individualidades, o bien por diferentes grupos cuya pertenencia implique
estilos de vida y objetivos comunes compartidos”. Habrá que ver si el tiempo le
da la razón.
David Bowie - Fashion