La
película “Velvet Goldmine”, que retrata libremente la escena glam rock de los
70’s, empieza con una insólita introducción en la que un bebé extraterrestre es
abandonado en Dublín, frente a la casa de la familia Wilde, que no duda en
adoptarlo. El niño – llamado Oscar - crece y un buen día, cuando en el colegio
le preguntan que desea ser cuando sea grande, contesta: “Yo quiero ser un ídolo
pop”. La decisión del realizador Todd Haynes de incluir esta introducción puede
parecer descabellada, pero es un gran acierto, ya que muestra un momento de
cambio en la forma en la que los artistas se muestran frente al público.
Basta
con ver sus fotos, en la que aparece ataviado como un dandy, mirando con cierto
desdén a la cámara. Oscar Wilde fue el primer autor consciente de su imagen
pública, ofreciendo algo más que su obra para el disfrute de los lectores. Esa
imagen flamboyante fue resistida por los pacatos círculos victorianos de fines
del siglo XIX. Incluso la revista satírica “Punch”, que a primera vista podría
ser considerada próxima al espíritu provocador del irlandés, se burló en una
tapa en la que bajo se caricatura se leía un poema burlesco: “Esteta entre los
estetas!/ Importa su nombre?/ Su nombre es Wilde (salvaje)/ Pero su poesía está
bien domada”. Es que el autor había abrazado tempranamente al movimiento
Esteticista, que priorizaba la exaltación de la belleza en el arte por sobre
los mensajes morales y el compromiso socio-político, lo que despertaba
sospechas de frivolidad. Sin embargo hoy, al leer historias como “El retrato de
Dorian Gray” y obras como “El abanico de Lady Windermere”, “Una mujer sin
importancia” y “Un esposo ideal”, queda
claro que detrás de su fachada superficial e ironía fina esconden críticas
miradas a la burguesía británica.
En
la citada revista “Punch” se desempeñó como crítico teatral William Charles
Wilde, hermano mayor de Oscar. Dueño de un humor sardónico y una vasta cultura
que lo transformaron en un personaje requerido en las reuniones sociales de la
época, su alcoholismo y tendencia al despilfarro lo alejaron del reconocimiento
al que parecía destinado. Mientras que el autor de “El fantasma de Canterville”
ganaba popularidad, Willie protagonizaba matrimonios fallidos y anidaba un
creciente resentimiento. Sin embargo, cuando Oscar fue enjuiciado en abril de
1895 bajo el cargo de sodomía por su relación con Lord Alfred Douglas, el
hermano mayor le escribió a Bram Stoker, autor de “Drácula”, pidiéndole ayuda. La carta decía: “Bram, amigo
mío, el pobre Oscar no fue tan malo como la gente cree. Se dejó llevar por su vanidad
y su presunción, tanto que fue lo suficientemente débil para ser culpable de
indiscreciones y caprichos, eso es todo. Creo que esta situación le ayudará a
purificar su cuerpo y su alma". El mayor de los Wilde falleció el 13 de
marzo de 1899, cuando Oscar se encontraba exiliado en Francia.
Otra
publicación bastante menos simpática también tuvo al escritor dublinés en su
tapa. En 1895 “The Illustrated Police News” eligió mostrar la caída del autor
en varias viñetas, que iban desde su gira haciendo lecturas públicas en
Norteamérica hasta su juicio y posterior subasta de efectos personales para
financiar su defensa en Londres. Durante su encierro en la cárcel de Reading
Wilde escribió ‘De Profundis’, una extensa carta a Lord Douglas en la que
afirma “Todo lo que ha rodeado mi tragedia ha sido odioso, mezquino, repelente,
falto de estilo. Ya nuestro traje nos hace grotescos. Somos los fantoches del
dolor. Somos payasos que tienen roto el corazón. Estamos especialmente ideados
para excitar el sentido del humor”. El agudo y elegante escritor reflejaba en
el texto el contraste con su nueva realidad de encierro y mugre. Libre pero
enfermo, el niño extraterrestre, primer ídolo pop de la historia, murió en
París el 30 de noviembre del 1900.